Liszt no podía saber que su llegada a Paris coincidía con una de las fechas claves de la historia de la música: Beethoven - con quien terminaba el clasisismo y comenzaba el romanticismo - terminaba su "Novena Sinfonía". El romanticismo musical volaba con poderosas alas propias, porque a Beethoven se unían Berlioz, Chopin, Rossini, el gran Paganini, Schubert y Schumann, Verdi y Wagner, Mendelssohn y Gounod, por no dejar atrás al popularísimo Offenbach. Berlioz en su juventud
Y la llamada "buena sociedad" era melómana por vocación. Las damas daban la nota con sus soirées musicales, conciertos privados y patronazgo a orquestas y músicos.
Chopin tocando el piano en casa del príncipe Radziwill
La música de entonces, completamente imbuída de la corriente literaria del Romanticismo, intentaba suscitar las emociones, casi hasta la convulsión. El ejecutor principal era el piano que había reemplazado el clavecín, y que se convertía en el centro de la orquesta. Algunos instrumentos musicales son inclusive reelaborados, modificados para ser más y mejor manipulables.
Hay nuevos sonidos, que dan color y que evocan emociones, paisajes, movimientos del alma. Si bien Beethoven se había inscrito en la estética clásica en su juventud, su obra en su madurez marcaba el inicio del romanticismo musical.
Hijo de un pueblo fiero y de una raza de fuego, Liszt no es pues extraño al temperamento musical que se ha difundido extensamente en París como en toda Europa pero a la cual podía sí aportar algo nuevo: su estilo. Una de las características de la música romántica es precisamente la individualidad, el nacimiento del estilo propio, único, en las formas que marcan la música de la época: la sinfornía, el lied, el concierto, la ópera y el ballet.
Recreación de los amores de Franz Liszt y la Condesa de Agoult en Ginebra
sábado, 11 de febrero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
Situación política en Francia a la llegada de Liszt en 1823
Liszt llega a París en un momento difícil para la política francesa. Reinaba Luis XVIII, hermano del infortunado Luis XVI.
En abril de 1823 había comenzado la llamada "expedición" francesa en España, debido a una de las resoluciones del Congreso de Viena que permitía al Rey Fernando VII llamar a la Santa Alianza (Rusia, Prusia, Austria y Francia) a audarlo a resturar el absolutismo. Efectivamente un año antes las Cortes habían dado el poder al liberal Rafael del Riego y Núñez, lo que provocó que el Rey se encerrara en el Real Sitio de Aranjuez considerándose "prisionero" de las cortes.
En Francia el ultra-conservador Duque de Richelieu (Armand-Emmanuel de Vignerot du Plessis) presionaba a Luis XVIII para que socorriera a su primo español y evitar así que las ideas liberales sd difundieran por Europa y terminaran por tomar el poder.
El 22 de enero de 1823 un tratado secreto firmado en Verona permitió a Francia invadir España con los llamados "100,000 hijos de San Luis" para restablecer el poder absoluto de Fernando VII. Chateaubriand exultaba de gloria: finalmente los liberales españoles iban a probar el valor de los ejércitos reales de Francia! Pero esto era sin contar con la oposición del nuevo Primer Ministro de Luis XVIII - Joseph de Villèle - que se opone a la operación debido a lo costoso de la expedición y lo poco preparado del ejército. Sin embargo la invasión comenzará silenciosamente en el mes de abril y no terminará sino en el mes de noviembre, cuando el Duque de Angulema ocupa Madrid, las Cortes devuelven el poder absoluto a Fernando VII y los franceses dejan un ejército de ocupación de 45,000 hombres que no se retirarán de territorio español sino en 1828.
Paris seguía con su vida normal. La guerra estaba lejos, más allá de los Pirineos, y la vida social y artística seguía su ritmo normal y siempre in crescendo. Y sobre todo una capital con una corte, pero una corte real que estaba ya muy lejos de los esplendores de Versalles y había dejado de proteger artistas, literatos y músicos. La vida artística se desarrollaba fuera e independientemente.
Es, pues, en un país en guerra al que llega Franz Liszt en 1823. Al año siguiente fallecía el Rey y lo sicedía su hermano, Carlos X.
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